Y me encontré con el aire acondicionado roto, tres horas más viejo y con un record de calor para el fin de semana. Pero hay cosas peores.
Estuve en Vegas montando en el ShoWest, que es el evento de la industria de la televisión y cine digitales. Si no trabajas en esa industria, no te has perdido mucho.
¡Pero era Las Vegas, baby!
En la zona de los casinos y los megahoteles y los alardes, el término Sin City suena aguachento, entre otras cosas, porque nada es pecado. El que no está jugando frenéticamente, está buscando templar o que se lo tiemplen, o se emborracha big time.
O las tres.
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Diligentemente repartidas en su mayoría por mexicanos, con camisetas anunciando el teléfono de prostíbulos, o casas de masajes, o scort services. Lo más probable es que las de las fotos no estén disponibles por esos precios.
Es esa zona alrededor de Las Vegas Boulevard, llamada The strip donde lo decadente tiene swing. La Carta Magna del fake. Todo se imita. París, New York, Venecia, Roma... Elvis, Rod Stewart, Neil Young, Los Beatles, Michael Jackson. Al único que no imitan es a Neil Sedaka. En sus conciertos, él mismo es su imitación.
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Esa es otra cosa de esa Vegas. El poco alivio a las omnipresentes máquinas de jugar es una valla o un poster anunciando un show erótico. Un colirio en forma de nalgas, anunciando el Jubilee o las Folies Bergeres. Oh, Margot... quiero decir: Oh, my god.
¿Y los conciertos? Como si la desmesura arquitectónica en plan kitsch no fuera suficiente, todo el mundo tiene su fecha en Vegas: Chicago (o lo que queda de), The Police, Elvis Costello, Journey, Elton John, Margaret Cho, Ray Romano, Barry Manilow, Antonio Bennedetto, Carlos Mencía, Roseanne Bar, Kanye West. Toma, toma y toma.
Y todo eso, en dos semanas.
Pero donde hay que quitarse el sombrero es en las ofertas de Cirque du Soleil. También está Blue Man Group, y los magos, y los 38 leones que van rotando para exhibir en el MGM Grand. O los tours al Gran Cañón, incluida la presa Hoover.
Si a Bugsy Siegel le hubieran dicho en el 1946 en lo que se iba a convertir su Flamingo Hotel, se hubiera deprimido.
Por supuesto que hay varias Vegas en Vegas. El downtown ya no es lo que era, cortesía de la migración pandillera desde California. Básicamente porque en el Sunshine State le apretaban las tuercas, porque aumenta la competencia y porque la autoridad de Vegas no está tan entrenada para enfrentar el fenómeno pandillero como la de California, con larga data de cabezazos contra las gangas.
Ya nos tocará ir, en plan turismo. Cirque du Soleil y el Cañon del Colorado lo merecen.
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